Situado en un antiguo palacete, en las imponentes dimensiones de su sala de reuniones, en la que destaca un espectacular cuadro de Josep María Sert, se fusionan las piezas del mobiliario, propio de un lugar de trabajo, con el espíritu intemporal, ajeno a las tendencias y
modas pasajeras, que es etiqueta de la casa.
Gran parte del mobiliario fue también diseñado por el estudio de arquitectura y los planos y maquetas de algunos de sus proyectos se han utilizado para decorar sus muros, compitiendo con obras de artistas contemporáneos como la escultura Ben Jakober que decora la escalera.